martes, 16 de marzo de 2010

Periodismo por vocación o resignación

El escritor y periodista Miguel Delibes ha fallecido a los 89 años en Valladolid, lugar donde nació. El escritor nos deja un legado de grandes novelas, pero no podemos olvidar que su carrera literaria comenzó en el periodismo, publicando caricaturas a los 20 años en El Norte de Castilla, diario del cual llegó a ser director.
Como ocurre en muchos casos, el que comenzó como periodista, por el gusto por la escritura, de tanto usarla y convivir con ella… terminó por amarla, como dice el refrán “el roce hace el cariño”
Era un apasionado de la lengua castellana, un referente del lenguaje español, que intentó mimarla de tal forma que, entre otras cosas, fue miembro de la Real Academia Española y varias veces candidato al Nobel de Literatura.
Tanto la quería que eligió como el día de su boda el 23 de abril, día del libro y de la muerte de William Shakespeare y Miguel de Cervantes.

En 1947 obtuvo el premio Nadal por La sombra del ciprés es alargada y decidió dar prioridad a la literatura, pero nunca se olvidó de su trabajo periodístico, colaborando en diarios como El País.
Su labor, también fue reconocida con el Príncipe de Asturias de las Letras en 1982 y el premio Cervantes en 1993.
Lo que me pregunto es ¿cuántos literatos resignados acabarán siendo periodistas? No todos los escritores pueden triunfar y vender millones de libros para tener un plato a la mesa cada día. Muchos de ellos no creerán en sus plumas para insistir e insistir hasta lograr su sueño.

Por eso, recuerdo la vida de Jamal (Rob Brown en Descubriendo a Forrester), un joven del Bronx que tiene un gran talento para la escritura. No le gusta destacar por ello y prefiere ganarse el respeto de sus compañeros con el baloncesto. Entonces conoce a un anciano que vive encerrado en un apartamento de su barrio y resulta ser William Forrester (Sean Connery), el misterioso ganador del Premio Pulitzer que lleva desaparecido varias décadas.



Desde ese momento, ambos emprenden una relación maestro-discípulo, basada en la confianza y la literatura. En la que Forrester ayuda a Jamal a convertirse en un buen escritor.

La historia se enfrenta al desarrollo de los propios dones contra la tentación de enterrarlos a la espera del momento oportuno de mostrarlos; la amistad, la lealtad, la ayuda desinteresada, el esfuerzo, el impacto de la clase social a la que uno pertenece... temas que siempre preocuparon a un Delibes comprometido con las desigualdades sociales, como muestra en Los santos inocentes y en su defensa de la ecología.
Ojala existan personas sabias que ayuden a nuestros futuros contadores de historias a no rendirse ante las dificultades, a creer en sus plumas y a golpear una y otra vez, con el corazón y sin pensar, las teclas de la máquina de escribir.

1 comentario:

  1. Rotundo final. Parece que suenan las teclas cuando lo lees.


    Me sumo a tu deseo. Grandes contadores de historias povocan muchas más mentes soñando despiertas... y eso siempre es bueno.

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