lunes, 1 de marzo de 2010

Entre lo humanitario y lo kamikaze

Leo con gran atención las entradas de mis compañeras y al segundo me viene una idea a la cabeza: el periodismo de investigación. En un punto intermedio entre el kamikaze y el humanitario, estos profesionales publican los asuntos denunciables de personas y organizaciones públicas con un trabajo previo que roza la locura en lagunas ocasiones. Si no que se lo pregunten a William Stead.



Nos situamos en el Londres victoriano. Corría 1885 y este perdiosta estrenaba el campo de la investigación en Europa. Con una actuación kamikaze hizo otra humanitaria. Reveló que unas meretrices que cuidaban a unas niñas se las ofrecían a caballeros. Stead tuvo que pagar el servicio de una de las niñas para poder demostrar la situación. Le costó la cárcel.

"La mujer de la casa era algo suspicaz, recelosa de
la presencia de un extraño, pero después de algo de
conversación dijo que tenía carne joven y fresca sin
tocar, que ella podía facilitar siempre y cuando se
llegase a un acuerdo en los términos económicos".
(William Stead en Pall Mall Gazette, 1885)


Con este caso de prostitución me viene la imagen de Mikael Blomkvist en la adaptación al cine de La chica que soñaba con una cerilla y un bidón de gasolina de la trilogía en papel de Stieg Larsson. En el film, Blomkvist continúa la investigación sobre trata de blancas que comenzó otro profesional de la información: Dag Svenson. Éste y su novia murieron asesinados por culpa del trabajo que estaba realzando.

Es el riesgo de este campo del periodismo. La miel de los labios se saborea por un breve espacio de tiempo. Desde que la página se envía a la impreta hasta que la noticia está en los kioskos. A partir de ahí, las amenazas están a la orden del día. Lo peor es que a veces, se cumplen. Los periodistas kamikazes.

Don Bull sufrió este lado amargo en 1975. Ivestigaba la relación entre la mafia norteamericana y los políticos de este país. Fue asesinado. Sus compañeros retomaron sus investigaciones y publicaron el asunto. Esto derivó en la fundación de la IRE (Asociación de Reporteros de Investigación y Editores).

En España, este tipo de periodismo llegó con la democracia. Las búsqueda de pesquisan no era para la dictadura. Mejor dejarlo para después. Josep María Huertas Claverías dio el pistoletazo de salida en nuestro país. Descubrió y publicó en Tele Exprés en la Transición que la mayoría de burdeles de Barcelona pertenecían a viudas de militares afines al régimen.

Poco a poco el periodismo de investigación se centró en el mundo político. El caso Filesa en 1992, los trajines de Luis Roldán en 1994, los papeles del CESID en 1995 fueron algunos de los primeros casos. En los últimos años lo que está de moda es la corrupción urbanística. Básicamente porque era lo que más dinero da en un país que basa su economía en el ladrillo. En este aspecto destaca la Operación Malaya en 2005. Pero no se pueden obviar otro cómo Palma Arena en Palma de Mallorca más recientemente, en 2009.

Aunque hablando de palma, ésta se la lleva el más que manido caso Gürtel. Es la demotración de la radicalización del enfrentamiento político en España. En unos años en que ganar votos consiste en insultar más y mejor al rival en vez de proponer cosas en más cantidad y mejor calidad que otros partidos, este caso que salpica las filas del Partido Popular a servido para que la sociedad pueda ver el nivel de credibilidad de las personas que nos represenan.

Por todo esto, el periodismo de investigación debe consolidarse aún más. Se debe dejar al margen a aquellas personas que son una lacra y dejar paso a los profesionales honestos. Este periodismo humanitario a base de actuaciones kamikazes debe seguir su curso para un mundo menos corrupto. En el día de estreno de este blog, dejaremos un hueco importante a esta especialización para porde demostrar su importancia y la falta que hace en una época en el que la desconfianza está a la orden del día.

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