
Coleccionistas de Vidas
“Así que quieres que te cuente la historia de mi vida” “Ya te he dicho que eso es lo que hago, entrevisto a la gente, colecciono vidas”
Daniel Molloy (Christian Slater) es uno de los primeros reporteros kamikazes que conozco, un coleccionista de vidas. Le conocí en las navidades de 1994, en una pantalla de cine, mientras entrevistaba a Louis de Pointe du Lac (Brad Pitt), que le contaba cómo llegó a convertirse en un vampiro en Entrevista con el vampiro.
Es una nueva especie de periodistas que ya existía pero se ha desarrollado desde los nuevos formatos que han surgido, encabezados por Callejeros de Cuatro. En este tipo de programas el periodista ambicioso, o el novato que quiere triunfar rápido, se introduce en la boca del lobo o, como Molloy, en la boca del vampiro.
Este tipo de programas, copiados por la Sexta con Vidas Anónimas o TVE con Comando Actualidad, se caracteriza por una producción muy barata. Periodista, cámara en mano, va filmando las declaraciones de los protagonistas de las denuncias y los problemas sociales.
Por un lado, es una gran ventana por la que mostrar la realidad de muchos barrios y situaciones marginales de nuestro país; por otro, unos ambientes enrarecidos por la provocación de la presencia de las cámaras.
Más que espejo de la realidad se convierte en una deformación que nos enseña los personajes más estrafalarios, cayendo en el formato infoentretenimiento (como ha sido nombrado por algunos autores), ya que busca el aumento de audiencia ante la información relevante.
De esta manera, podemos encontrar a estos profesionales metidos en situaciones de riesgo en ciertas ocasiones. Dos grandes talentos de este formato son Tábata Peregrín y Raúl García, ambos, antiguos reporteros de Madrid Directo. A los cuales también les hemos podido ver inmersos en circunstancias poco agradables, por ejemplo, Tábata en el barrio murciano Espíritu Santo, que se ve involucrada en una discusión de gitanos, se monta en un coche con otro que además consume cocaína delante de ella, entre otras cosas. O el caso de Raúl García en la casa de una persona con síndrome de Diógenes, que casi no soporta las arcadas.
Por eso nos planteamos si estos programas se meten en estos mundillos por hacer una denuncia o si solo lo hacen por agradar y entretener a la audiencia, llamada por el morbo.
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