miércoles, 10 de marzo de 2010

Jaque de Roures

Edward R. Murrow (David Strathairn en el film Buenas noches y buena suerte de George Clooney) dijo “Puede que esto no le guste a nadie, incluso, puede que acusen a este periodista de morder la mano que le da de comer…”, pero ¿qué otra cosa podría hacerse en su situación?
Me gustaría que en contextos como el que se dio a conocer hace unos días sobre el nombramiento de Félix Monteira como nuevo secretario de Estado de Comunicación ocurriera lo mismo y los profesionales de la información no se dejaran amedrentar por el poder, ya sean los jefes, los presidentes, los senadores...

Félix Monteira atesora una dilatada trayectoria como periodista: ha sido subdirector de El País durante diez años y fue responsable del lanzamiento de la edición del rotativo de Prisa en Galicia. Además, fue director del diario económico Cinco Días entre septiembre de 1999 y enero de 2003. Precisamente su conocimiento de asuntos económicos ha influido en su nombramiento, según fuentes de Moncloa, en un momento en que la lucha contra la crisis centra la tarea del Ejecutivo.
Por un lado, este nombramiento parece un movimiento de ajedrez, un jaque, un acercamiento de Jaume Roures a la Moncloa. El presidente del Grupo Prisa, sitúa a su alfil, el exdirector del diario Publico, en la Secretaría del Estado después de varios intentos de posicionar a alguien de su equipo en este puesto, como fue el caso de Miguel Barroso.
Y, por otro, una forma de que Zapatero reciba siempre elogios en los medios. El Presidente del Gobierno apuesta por Monteira al mando de su política de Comunicación, un periodista de trincheras que los últimos meses ha articulado la poca defensa mediática que actualmente tiene Moncloa en los diarios españoles, dándole una vuelta más politizada al Público, para lo que fue contratado en su momento.
Salga ganando uno u otro, esta estrategia trae consigo el riesgo de que se creen tensiones y, de ellas, se derive en un favoritismo de la información positiva sobre el Gobierno. Tendremos que seguir confiando en los periodistas para que esto no ocurra, en ellos y en su objetividad para preservar el fundamento de la Democracia, una buena información.
Y, como termina Murrow su discurso, “si queremos que la Televisión sirva para enseñar, arrojar luz, incluso, inspirar, sólo lo hará en la medida en que nosotros estemos dispuestos a utilizarla con estos fines, de lo contrario, sólo será un amasijo de luces y cables. Buenas noches y buena suerte”.

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